martes, 5 de octubre de 2010

Congelando el tiempo



Él llegó,
Abrió la puerta,
y ahí estaba el otro hombre.

Le parecía que hacía siglos que no le veía, pero lo que había sentido por él seguía intacto.

-Hola.

-Hola.

El silencio invadió la habitación, pero no era un silencio incómodo, no era que no tuvieran nada que decirse, si no que simplemente, sus miradas lo decían todo.
El aura que se percibía era mágica, tenía una fuerza tan grande que podría haber hecho levitar cualquier alma que entrara en la habitación.

Entonces él se acercó, y empezó a desnudarlo lentamente, con toda la delicadeza del mundo, como si el otro fuera tan frágil como para romperse en un simple jalón.

Tras quedar ambos desnudos,
Se besaron,
se abrazaron,
y fundiéndose en caricias y erizándose el uno al otro, volvieron a mirarse. Sus ojos eran delatores, incapaces de mentir, y la frase

"Quiero detener el tiempo"

se leía en ellos.



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